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La agricultura: identidad y necesidad nacional

Los que analizamos periódicamente aspectos relacionados con la realidad cubana, pasamos muchas veces de largo, sin tomar el toro por los cuernos, o quedándonos en las ramas, sin llegar a la raíz, ante un área de la economía como la agricultura, que es vital para el desarrollo de la nación.

Identidad nacional

Es innegable que buena parte de nuestra idiosincrasia se formó junto a los cañaverales, las vegas de tabaco, las plantas de café, las sabanas ganaderas, los surcos productores de alimentos... Este país, eminentemente agrícola, concibió desde el campo una cultura pródiga en riquezas materiales e inmateriales cuya influencia se extendió a los ámbitos más diversos. ¿Cómo es posible, que a partir de una desacertada política, se instigara a abandonar las zonas rurales? Las consecuencias pueden resumirse de este modo:

1- Se cortó la cadena intergeneracional mediante la que se trasmitían los conocimientos de padres a hijos, con el compromiso de mantener el legado de la familia, con el legítimo orgullo de ser «guajiros».

2- La fuerza de trabajo potencial fue desplazada a la ciudad, perdiéndose por este concepto capacidad de producción.

3- Los programas de escuelas al campo, escuelas en el campo y jornadas de trabajo voluntario demostraron su ineficacia, con la consiguiente pérdida de recursos y tiempo.

4- Las zonas rurales han dejado de ser, paulatinamente, puntos de encuentro para los obreros en busca de trabajo.

5- Los pueblos aledaños a centrales azucareros perdieron la vitalidad, lo que incentivó la migración de sus habitantes a lugares con otras oportunidades de empleo.

6- La ganadería, de exportadora, ha pasado a ser insuficiente, con la ausencia de carne, leche y sus derivados.

7- Si bien Cuba fue por siglos una potencia en la producción de azúcar de caña, ahora no alcanza a satisfacer ni siquiera el consumo interno.

8- Buena parte de las colonias cafetaleras son hoy terrenos baldíos.

9- Las Cooperativas de Crédito y Servicios, las de Producción Azucarera e instancias similares, son mecanismos de control que, lejos de facilitar el entorno productivo, constituyen trabas burocráticas sin que resuelvan los problemas del campesino.

10- Los descendientes de los que un día se fueron de poblados, bateyes y sitierías, ya no quieren regresar a esos ambientes porque se desconectaron de sus orígenes y no vislumbran en ellos un futuro de prosperidad.

He mencionado diez asuntos que, desde mi punto de vista, influyen de manera muy desfavorable en la penosa situación que presenta nuestro sistema agrícola. Lo cierto es que lo señalado son apenas marcas de una herida profunda, reflejada directamente en la mesa desabastecida del pueblo.  

Si bien Cuba fue por siglos una potencia en la producción de azúcar de caña, ahora no alcanza a satisfacer ni siquiera el consumo interno. (Foto: Periodismo de Barrio)

¿Y los que se quedaron?

Los espacios informativos, de vez en cuando, visibilizan campesinos exitosos con resultados referenciales. Bien sabemos que estas personas son la excepción y no la regla de un sector que padece todo tipo de desatención. ¿Tiene el agricultor la tecnología y los medios necesarios para cultivar la tierra? ¿El Estado paga satisfactoriamente los productos a quienes los cosechan u obtienen? ¿Han desaparecido intermediarios y burócratas para facilitar el camino de la oferta por la demanda? Los que se quedaron con la guataca, el machete o el ordeño, están sometidos a la escasez, y por si fuera poco, a la vigilancia. Mientras los directivos en sus autos se las ingenian para justificar sucesivamente incumplimientos de planes, el campesinado se enfrenta a un bloqueo más poderoso que el de los Estados Unidos:

1- Tienen bloqueado el acceso a productos y artículos de primera necesidad para desarrollarse.

2- Tienen bloqueada la comercialización directa de sus producciones.

3- Tienen bloqueada la disponibilidad de transporte para dirigirse a los centros de acopio y a las pesas de animales.

4- Tienen bloqueada la captura de ladrones que les roban productos y les matan ganado.

5- Tienen bloqueado el libre uso de las tierras, concedidas en usufructo por una etapa determinada.

6- Tienen bloqueado el empleo de «sus bienes», con fiscalizaciones y prohibiciones diversas.

7- Tienen bloqueados los proyectos privados que permitirían la exportación de productos.

8- Tienen bloqueada la capacidad de obtener ganancias ilimitadas a partir del trabajo honesto.

9- Tienen bloqueada la posibilidad de crear condiciones decorosas en fincas y demás espacios cultivables.

10- Tienen bloqueadas las transacciones bancarias que permitirían un crecimiento del campesino a corto plazo.

Necesidad nacional

Soy bisnieto, nieto e hijo de hombres vinculados a labores agropecuarias. Mi bisabuelo Gregorio Martín, quien vino de Islas Canarias en la miseria absoluta, llegó a ser propietario de trescientas yuntas de bueyes, expropiadas luego en un alto porciento por la ley de reforma agraria. Lamentablemente me hice adulto bajo el axioma revolucionario de que es necesario ser un «profesional» para salir adelante. De tal modo, confieso que mis opiniones son apenas las de un buen observador, que posee ciertas convicciones esenciales:

1- La agricultura cubana no se desarrollará con huertos y estanques en las casas, sino con la siembra y producción extensiva en lugares destinados al efecto.

2- La agricultura cubana no se favorecerá únicamente con recursos internos, sino en asociación con productores y campesinos residentes en otros países, priorizando los de origen cubano, que respondan a los intereses de todas las partes implicadas en los acuerdos.

3- La agricultura cubana no crecerá con planes burocráticos, sino con acciones concretas que dinamicen sus capacidades productivas.

4- La agricultura cubana no se desarrollará con intermediarios, sino con propietarios que expendan sus productos.

5- La agricultura cubana no triunfará poniendo altos impuestos a los productores, sino facilitando la obtención de sus ingresos.

6- La agricultura cubana no prosperará con la venta minorista de productos, medios y accesorios a precios elevados, sino con el establecimiento de una red mayorista, que permita al campesino comprar lo que necesita para producir a precios asequibles.

7- La agricultura cubana no abastecerá a la población solo con productos de ciclo corto, sino con una amplia gama de producciones para, ante todo, satisfacer el mercado nacional.

8- La agricultura cubana no avanzará con impagos a los productores, sino con liquidaciones monetarias que generen confiabilidad entre los diferentes actores económicos.

9- La agricultura cubana no funcionará con organismos fiscalizadores, sino con directrices que desde la práctica promuevan los procesos productivos.

10- La agricultura cubana no se reactivará «dando» tierras en usufructo, sino entregándola a los campesinos que, a su vez, puedan dejarla como herencia a sus descendientes que la trabajen.

Es obvio que la soberanía alimentaria debe partir de una estrategia política, pero tiene que sostenerse desde la praxis, con resultantes que se manifiesten diariamente. Mientras la alimentación no sea un tema resuelto, cualquier disposición será letra muerta, sentada junto al plato vacío de los que tienen hambre y sed de justicia. 

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Imagen principal: Shutterstock.