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«El Directorio no se asila»

Se ha ido La Bruja, cuesta creerlo. Una parte importante de Cuba se va con ella. Era muchas mujeres: pintora, escritora, etnóloga, autoridad en la religión Yoruba… Pero por encima de todo era un faro, un referente, tal vez la última de aquellas voces que podían contar la verdadera historia de la lucha contra Batista, uno de los procesos más manipulados de este país.

La conocí un día de mayo del 2015, en Matanzas. Yo, un simple profesor universitario que siempre se ha sentido parte del Directorio Revolucionario 13 de marzo —DR13 en lo adelante—, de pronto tenía delante a uno de los símbolos vivos más grandes de una generación. 

No iba a dejar pasar la oportunidad, me acerqué e impulsivamente le pedí una entrevista. Natalia me preguntó de qué quería hablar, le dije que investigaba sobre el Directorio y no hizo falta más. Se giró hacia su hija Natacha del Río y le pidió que ajustara todo mientras ella continuaba firmando libros.

Unos días después me recibió en su casa, hablamos durante horas que para mí parecieron apenas segundos. En solo una mañana aquella mujer de ojos hermosos me había enseñado más historia que años de estudio e investigación.

Luego seguimos manteniendo esporádicos contactos mediante las redes, pues cuando alguien escribía en defensa de la memoria del Directorio, Natalia le enviaba un correo dándole las gracias. Así, con la misma humildad que cualquier hijo de vecino agradece un favor cotidiano. 

Siempre la vi como un resguardo, como garantía contra manipulaciones y latrocinios. Ahora entiendo que ella era, para ese pequeñísimo grupo de amantes del DR13, lo que debió ser Varona para los jóvenes de la Revolución del 30.

El día de la entrevista Natalia tenía una preocupación latente: «qué va a pasar cuando no estemos». Esa fue la línea central de la conversación: «...durante años se ha manipulado nuestra historia, se la han apropiado de ella con nosotros vivos», me decía. Le prometí que, aunque ellos no estuvieran, existíamos un grupo de investigadores que no íbamos a permitir que tales cosas pasaran. Así ha sido hasta hoy por mi parte, y me consta que por otros también.

Un asunto sustancial de ese encuentro fue la organización Mujeres Oposicionistas Unidas. En este punto llegó la primera lección, me preguntó si la conocía, y ante mi respuesta negativa comenzó a instruirme: «Fue una organización mucho más importante que las martianas y más inclusiva». La propia raíz fundacional de la organización así lo demuestra, pues en su núcleo original se encontraban mujeres del PSP y del M-26-7, algunas de las cuales, como Martha Fryde, venían del Frente Cívico de Mujeres Martianas. 

«Nunca preguntamos a nadie que necesitaba asilo en alguna embajada, o socorro porque estaba perseguido, de qué organización era». Así salvaron la vida a cientos de combatientes. Valiéndose de los contactos que las familias de muchas de ellas tenían, lograron crear una red que involucraba embajadores afines y funcionarios de distintas escalas del poder. 

Aquella mañana de mayo, dedicó buena parte de la conversación a explicarme que la ningunización del Directorio contó desde los inicios con la complicidad de algunos de sus propios dirigentes. Aprovechando el tema, le pregunté si era cierto que iba dirigida a ellos la famosa frase expresada por Fidel Castro el 8 de enero en Columbia: «Armas para qué». La sinceridad de su inmediata respuesta me dejó pasmado: «Claro, niño, por supuesto que sí». 

Me contó que esa noche del 31 de diciembre del 58 ella había dormido en la casa de los sucesos de Orfila, cuyo alquiler era muy barato debido a los hechos allí ocurridos, custodiando un arsenal de armas que estaban recopilando para una gran acción que se preparaba. «No te puedo asegurar para cuál». Se ha dicho que se preparaba un nuevo ataque a Palacio, ¿es cierto? —riposté. «Yo solo sé que se gestaba un atentado, pero lo más probable es que fuera en algún punto de la avenida 31».

Se reclinó en el asiento, y pude ver claramente que regresaba a la mañana del día primero de enero. Me explicó que ese asunto arrancaba desde más atrás, desde el Escambray, cuando el Che avanzó sobre La Habana solo con las tropas del M-26-7, pretendiendo dejar al Directorio en Santa Clara. «Pero Tavo Machín y algunos otros llegaron antes a La Habana, directo para Palacio, donde ya habían entrado nuestras fuerzas». 

En ese punto recordé que al arribar Camilo Cienfuegos a La Habana fue también hacia Palacio, que estaba ya tomado por el DR13. Uno de sus segundos le propuso caerles a cañonazos y sacarlos por la fuerza, a lo que Camilo respondió que no, que todos eran cubanos y que él entraría a conversar con ellos. Unos minutos más tarde se asomó jocoso a la ventana mientras gritaba: «¡Fulano, no dispares que estoy vivo!». 

Le comenté la anécdota a Natalia y ella me dijo que eso era lógico, que el Directorio siempre consideró a Camilo como alguien muy cercano, pues fue con los estudiantes que se nuclearon alrededor de José Antonio, luego del golpe del 10 de marzo, que comenzó a participar en actividades revolucionarias. 

—¿Y usted, qué hizo ese día?

«Fuí a Bellas Artes, para evitar que sacaran del museo los cuadros. Lo cual me ganó durante años la enemistad de muchos». Solo me dijo eso, no me contó de la ametralladora en su mano, ni de que muchos de los enemistados eran de su propia familia. No se aprecia lo suficiente, pero Cuba le debe también el haber conservado mucho de ese arte.

En la memoria de esta Nación en desbandada queda su ejemplo, desde las humildes calles de mi barrio Atarés hasta las encumbradas academias. Seguirá presente cada vez que un creyente busque sus libros sobre la religión Yoruba, o cuando nuestros hijos y nietos redescubran la historia y queden impresionados por José Antonio, Machadito, Joe, Juan Pedro, Peligro… Natalia.

Pudo haberse marchado en cualquier momento, haberse asentado en cualquier capital del mundo a vivir de sus libros, cuadros, y charlas etnográficas en universidades. Sapiencia y fama le sobraban para ello, mas no lo hizo, tal vez porque aún era La Bruja del DR13, y recordemos: «El Directorio no se asila».

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Imagen principal: Cubadebate.