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Reflexiones y propuestas sobre la situación actual del país

(Esta es una breve síntesis de textos elaborados y circulados por el economista Humberto Pérez entre junio de 2023 y julio de 2024).

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Es tal la urgencia de lo que debe hacerse en el ámbito económico en Cuba, que considero determinante realizar el diagnóstico de la situación actual —lo que no parece difícil pues sus rasgos son evidentes y en ellos casi todos coincidimos—, determinar la terapéutica a partir de lo que esta reclama, y proceder sin dilación a acometerla. Ya hay demasiada demora y lo hecho hasta ahora no arroja los resultados que se requieren de manera perentoria.

En las decisiones tomadas hasta el momento, mejores o peores, se notan demasiados temores, un proceder timorato, con paranoias, y demasiados —y no siempre fundados— complejos ante el desarrollo de las formas privadas de la actividad económica, y ante la necesidad de soltar las riendas a las leyes del mercado hasta el punto en que debe hacerse.

El mercado y sus leyes no están vinculados únicamente al sistema capitalista de producción. Ya existían y actuaban desde antes. Los intermediarios y el capital comercial son previos al capitalismo industrial y a este sistema como formación económica predominante y le otorgan eficiencia al engranaje económico-social, visto en su conjunto.

Hoy la situación del mundo en general y el contexto en que Cuba se desarrolla, nos obliga a actuar en un medio en el que predominan las leyes del mercado con su impronta capitalista. Es un mundo multipolar, pero donde todos los polos están regidos por las leyes del capitalismo. En primer lugar, el polo encabezado por los EE.UU., pero también los conducidos por China y Rusia.

Apoyo el llamado a repensar nuestro socialismo. Ya el socialismo en que es realista pensar hoy no es el que se concebía en los años 50 del siglo pasado, ni el de los años 60, 70 u 80; ni siquiera el de los 90 y tampoco en el que podíamos pensar hace diez años e incluso hace menos. Debemos ser sensatos.

Es correcto mantener la continuidad en ciertos principios fundamentales: independencia y libertad como país, dignidad nacional, y los principios básicos de justicia social, sin que se aspire a igualitarismos. Pero en todo lo demás hay que estar dispuesto a cambiar todo lo que deba ser cambiado. En lo demás la política no debe ser continuidad, sino discontinuidad y cambio, lo que incluye la esfera de la democracia y de una participación realmente democrática en las diferentes actividades económicas y sociales.

También en la esfera de nuestras libertades individuales debemos estar dispuestos y proclives al cambio, dentro de una política de búsqueda del consenso, no mediante la imposición y la represión, sino dentro de la diversidad de opiniones y de un debate fecundo y honesto.

Otro tema planteado y que es necesario desarrollar de manera realista y actual es el relativo a nuestras empresas llamadas estatales —a su descentralización, facultades de dirección y gestión operativa—, de manera que sus trabajadores perciban como tales su derecho a un salario de acuerdo a la cantidad, calidad y complejidad del trabajo aportado que cubra las necesidades mínimas de su subsistencia y las de su familia. También, es importante que se sientan dueños —que lo son—,pues esto les da derecho a participar en la dirección de los asuntos económicos y a recibir y disponer de una parte de la ganancia generada.  

Soy partidario de que los acuerdos con empresarios extranjeros, tanto los de origen no cubano como los cubanos radicados en otros países, sean sagrados en cuanto a sus adeudos, así como esquemas cerrados de financiamiento, una experiencia positiva desarrollada en los años 90 del pasado siglo y que en ciertos momentos ha sido violada, como cuando por decisión estatal les fue reducido y desapropiado a las empresas estatales por parte del Banco Central, el 19% de sus saldos en divisas o CUC. En el caso de las pequeñas y medianas empresas (Mipymes), se carece de incentivos suficientes y algunos estímulos de los que se dan resultan contraproducentes o directamente constituyen desincentivos.

Es necesario facilitar y promover las importaciones directas, sin intermediación obligada de alguna empresa estatal importadora, para la adquisición de recursos productivos de distinto tipo (equipos, maquinarias e insumos), con destino a las entidades económicas del sector privado y cooperativo particularmente y también a las del sector estatal, en especial del sector agropecuario, con el fin de dotarlo de las técnicas y tecnologías más modernas.

Se requiere tomar las medidas necesarias para facilitar y estimular que todas las divisas que hayan entrado y entren a Cuba, con origen en remesas y otras fuentes cualesquiera, salgan de sus circuitos cerrados de acción y se pongan, por voluntad e interés de sus tenedores, en función de combinar sus intereses individuales con los del país. Esto influiría en el aumento de la oferta de bienes y servicios de consumo y productivos y estimularía una competencia saludable entre suministradores, que rebaje precios y distienda la inflación.

Para ello sería necesario legalizar la importación y comercio privado de bienes y servicios y establecer zonas comerciales especiales donde suministradores extranjeros depositen a consignación y comercialicen sus productos a los compradores, bajo todos los controles aduanales y de importación.  

Si, como reconociera Marx en una de sus obras más tempranas, el interés bien entendido es el principio de toda moral lo que importa es que el interés privado del hombre coincida con su interés humano. Lograr lo que conviene a todos a partir de lo que conviene a los individuos, lograr que estos, moviéndose tras su interés personal y familiar bien entendido, se vean llevados a hacerlo también en aras del interés social, del interés humano. 

Escenario actual

Para hacer propuestas sobre el presente escenario económico-social de Cuba, lo primero es tener en cuenta todos, o por lo menos los más destacados, entre sus componentes:

  1. Insatisfactoria oferta de bienes y servicios de todo tipo (en cantidad, diversidad y calidad).

  2. Inflación creciente con imparable aumento de precios.

  3. Circulación junto al CUP de varias monedas extranjeras y, en lugar de una tasa cambiaria única o de una tendencia hacia la misma, una diversidad de tasas cambiarias.

  4. En lugar de la tendencia deseable a un fortalecimiento del CUP como única moneda nacional, se está produciendo su devaluación creciente y desprestigio en todos los mercados cambiarios.

  5. Deuda externa alta y en aumento, con incumplimientos reiterados ante todo tipo de acreedores y suministradores.

  6. Insuficientes ingresos y disponibilidad de divisas por parte del Estado para cubrir las necesidades mínimas de importación, según se plantea por el gobierno central.

  7. Retraimiento de posibles inversores extranjeros dados la inseguridad y alto riesgo del país y por trabas burocráticas y regulaciones contraproducentes, como es el caso de: las Empleadoras; el que los estudios de factibilidad de los objetivos de inversión no sean hechos por los propios inversionistas extranjeros sino por la parte cubana, y la presentación por esta de una cartera con objetivos nominalizados y predeterminados; las demoras y trabas burocráticas para la aprobación; el que los inversionistas tengan limitaciones para importar los vehículos que requiere su personal dirigente y administrativo y que, además, se les obligue a pagar por ellos precios y derechos aduanales astronómicos hasta el absurdo.

  8. Ausencia, por diversas causas, de organismos financieros internacionales a los cuales acudir. 

  9. Pérdida del tradicional monopolio de la información y las comunicaciones por parte del Estado cubano.

  10. Bloqueo externo de EEUU mantenido por más de 60 años con política de sanciones aumentada, ampliada e intensificada a partir del gobierno de Trump y continuada en gran medida por Biden.

  11. Bloqueo interno evidenciado en una lentitud absoluta y trabas burocráticas en general, lo que lejos de disminuir, aumenta.

  12. Temores, titubeos, zigzagueos y frecuentes y repetidas marchas atrás y, como derivación de lo anterior, falta de incentivos suficientemente movilizadores de los factores y entes económicos internos más importantes para el despegue y desarrollo de la economía: trabajadores, cooperativas, emprendedores privados como las Mipymes, los trabajadores por cuenta propia (TPCP), e inversores en general.

  13. Falta de claridad en los planes de estabilización macroeconómica que se han acometido y de los pasos a dar y su orden, con los consiguientes cronogramas de antecedentes y consecuentes lógicos y acertados. Ello ha conducido al fracaso de dichos planes, siendo el más notable el llamado «Ordenamiento». Similar suerte están corriendo los planes actuales derivados del informe y paquete de medidas anunciado por el Primer Ministro a fines del año pasado, así como los tropiezos, molestias y negativas consecuencias que devienen de la anacrónica, extemporánea e innecesariamente acelerada «bancarización», una medida estratégica correcta pero impuesta sin las condiciones mínimas.

  14. Déficit presupuestario que representa un porciento demasiado alto del PIB, lo que lo hace insostenible, sin que se haya procedido a una reestructuración, revisión y reducción de plantillas en los organismos del estado. Como resultado, se mantiene subsidiado un numeroso grupo de empresas estatales irrentables y no se acomete un saneamiento de las mismas para cerrar las insalvables. Asimismo, se deciden presupuestos de inversión desproporcionados y altos recursos financieros y físicos a la construcción de nuevos hoteles, a pesar de un uso muy bajo de la planta hotelera actual; por el contrario se dedican escasos recursos de inversión a los sectores agropecuario y de alimentación.

  15. En el escenario económico actual están presentes y actuando, de manera legal e institucionalizada, de acuerdo con documentos oficiales del Partido y el Estado, varios entes económicos: empresas estatales y/o públicas, empresas cooperativas de distinto tipo, empresas privadas de extranjeros o mixtas con extranjeros, de cubanos residentes en el exterior, de cubanos residentes en Cuba (Mipymes), así como los TPCP.

  16. Se reconocen legalmente —aunque a veces a regañadientes y solo como un «mal necesario»—, las relaciones monetario mercantiles y la acción de las leyes del mercado entre todos ellos, y de estos con la población.

  17. En medio de este escenario existen y se mueven divisas que no se ponen en función de los intereses del país. Ellas pudieran convertirse en una fuente adicional a las de nuestras exportaciones de bienes y servicios Las mismas están en manos de potenciales inversionistas extranjeros y cubanos residentes fuera de la Isla; en las de nacionales que las reciban vía online como testaferros de amigos y parientes, o que las aportan directamente producto de la reinversión de ganancias obtenidas en sus emprendimientos nacionales legales.

Adicionalmente se mueven las remesas por diversos caminos existentes. Ellas son los únicos ingresos en divisas que entran al país sin costo ni egreso alguno por parte nuestra. Se han calculado en varios millones de USD anuales (llegaron a ser superiores en años anteriores) y resultan en mi opinión las más inmediatamente asequibles para ponerlas en función, de manera significativa, en la solución de los problemas actuales.

Consideraciones y propuestas

A partir de este escenario, es destacable que cualquier propuesta nos vemos obligados a hacerla con dos notables y determinantes insuficiencias de partida:

1. Nuestras estadísticas son incompletas, desactualizadas y no confiables.

2. Desconocemos el contenido y alcance de los acuerdos aprobados con Rusia y otros socios internacionales.

Dicho esto, es de perogrullo afirmar que lo primero que debe hacerse es tratar de aumentar la oferta actual existente. Aumentarla a partir de crecimientos directos de la producción resulta el camino más deseable, pero también el más largo y demorado.

La vía más expedita para conseguir crecimientos rápidos de la oferta es la de las importaciones. Pero se plantea que el Estado no dispone de divisas en las magnitudes requeridas para una acción acelerada por dicha vía. Por tanto, hay que buscar entonces las divisas necesarias en fuentes disponibles no estatales.

Aquí es donde según mi criterio, expresado reiteradamente en los últimos años, la política y medida inmediata a ser adoptada es la de acudir a las mencionadas remesas que reciben los receptores nacionales de una u otra forma, y que constituyen una fuente inmediatamente asequible. Pero ese acceso jamás sería por vías administrativas, sino únicamente económicas.

La acción primera a ejecutar debe ser autorizar y legalizar, clara y explícitamente, el comercio mayorista y minorista privado de los cubanos residentes en el país, que es el segmento social que recibe y mueve esas divisas.

Las mismas se usan por sus receptores para resolver, en todo o en parte, sus necesidades de consumo personal y las de su familia, pero también para hacer negocios por vías y cauces informales; en consecuencia, tampoco llegan al Estado, pues se mueven en su periferia, y ello significa que las que se usaren para financiar importaciones de bienes y servicios, no restarían nada a las tenencias estatales. 

Otra acción inmediata a tomar es que todas las entidades económicas autorizadas a existir con personalidad jurídica propia puedan hacer comercio exterior (exportación e importación) directamente, sin la obligación de utilizar como intermediaria a una empresa oficial del comercio exterior. Que esto sea una opción, pero no una obligación

Actualmente, una parte importante de las remesas recibidas es dedicada por un grupo a la intermediación financiera en el mercado cambiario informal: venden las divisas recibidas por una tasa de cambio dada y las compran por otra más baja. Este modus operandi estimula como secuelas la inflación, el crecimiento galopante de precios y el desprestigio de nuestra moneda nacional, y resulta un impedimento en el propósito de lograr una tasa cambiaria única.

El Estado también eleva constantemente los precios en las tiendas en MLC, a pesar de que las divisas para ello, también remesas en su mayoría, son depositadas por sus receptadores directamente en bancos estatales para su uso únicamente mediante tarjetas magnéticas. Eso influye también en la inflación galopante.

Frente al propósito de una tasa de cambio única, indiscutiblemente necesario y a lograr en el menor tiempo posible, es mi opinión que el gobierno no está en condiciones de imponer la misma mediante una decisión centralizada radical e inmediata, a riesgo de crear una anarquía y un caos inflacionario de imposible manejo y consecuencias político-sociales imprevisibles. Para que no existieran tales riesgos, se requeriría contar con reservas o fuentes de créditos en divisas que el país plantea no tener.

Al ejecutarse la primera medida que propongo, la lógica deductiva hace prever que los receptores de remesas privados, y negociantes sobre su base, al ser autorizados a comerciar, reducirían sus negocios actuales de intermediación financiera y dirigirían por lo menos parte las divisas que les llegan a la importación de bienes de todo tipo, lo que tal vez les resultaría mucho más rentable.

Ello conduciría, como primer beneficio, a un crecimiento bastante rápido de las ofertas a la población en cantidad, diversidad y calidad, y, con la lógica y beneficiosa competencia entre unos y otros, se tendería a la reducción de precios.

Partiendo de la situación actual y de esta primera medida que sugiero aplicar y ejecutar de inmediato, se irán creando condiciones para que se desarrollen con rapidez tendencias de aproximación entre las tasas de cambio hoy existentes. Estas se deben dejar flotar espontáneamente hasta que se dé la situación propicia para un jaque mate, que creo puede darse en un tiempo no muy largo y por un camino más natural, de carácter más económico y financiero y menos riesgoso, traumático e indoloro.

Dado este jaque mate, el Estado podrá establecer centralizadamente una tasa de cambio única y deberá tomar las riendas del asunto, debiendo ajustarla sistemáticamente, manejándola con la debida flexibilidad para irla modificando, y aplicando el índice que permitan y aconsejen las circunstancias económicas internas y externas.

Una segunda acción a tomar de inmediato, y en estrecha relación con la primera, que también he propuesto reiteradamente desde el 2018, es la de tratar de lograr firmas y acuerdos con suministradores extranjeros que sitúen en el país mercancías a consignación o deposito, en almacenes ubicados en zonas especiales concedidas en arriendo para esos fines, tipo la Zona conocida como «Colón», en el Canal de Panamá, a las que puedan ir a realizar sus compras los privados cubanos sin tener que salir del país. Ya en Cuba, en la Zona de Berroa, hubo una experiencia.

Ello significaría un ingreso de divisas adicional para el país por el pago de arrendamientos y otros servicios a prestarles, y permitiría a los privados cubanos ahorrar en gran parte lo que deben gastar en pasajes, alojamientos, comidas, embalajes, etc. y disponer así de más capital comercial para ser convertido en bienes a ser ofertados en el mercado interno.

A la salida de estas zonas especiales estarán las barreras aduanales del país, que cumplirán todas las regulaciones establecidas con relación a las importaciones «desde casa» que estén haciendo, tanto los privados como cualquier otra entidad que haga compras directas en dichas zonas, por ejemplo: una empresa agropecuaria que adquiere e importa «desde casa» utilizando las divisas a las que tiene derecho, derivadas de sus comisiones por exportaciones realizadas

Las ganancias obtenidas por los comerciantes privados cubanos, lógicamente serán empleadas por estos, bien en aumentos de su consumo personal, en acrecentar el monto de su capital comercial en rotación, o reinvertidas en nuevas actividades no necesariamente comerciales, y tendera a ampliar el campo de las Mipymes y las actividades productivas, lo que también conviene al país.

Sería asimismo muy favorable que de las exiguas divisas que de que dispone el Estado, pudiera dedicarse un pequeño monto a organizar, mediante entidades estatales, actividades similares a las de los privados, lo que puede generar ciclos de rotación de un capital comercial estatal que podría competir con los ofertantes del comercio privado y obligar indirectamente a ir reduciendo los precios promedio a la población. Estos comerciantes estatales minoristas podrían también entrar en asociación con comerciantes privados y desarrollar un segmento de comerciantes minoristas mixtos. Aquí tendrían importancia la aplicación de mecanismos de transparencia y control ciudadano para evitar, o aminorar al menos, la corrupción que pueden generar tales medidas.

Todo lo anterior contribuiría rápidamente a un aumento significativo de la oferta, a una reducción gradual de precios y de las tasas de inflación, al aumento de suministros productivos en general que, sobre todo en el sector agropecuario, generaran de manera gradual la tan necesaria y esperada recuperación y crecimiento de las producciones de este sector con las consecuentes secuelas positivas.

Al existir una fuente no estatal de divisas que financiara gran parte del comercio minorista y el aumento de oferta a la población, el Estado podría concentrar sus divisas en ofrecer una respuesta a las otras vitales necesidades del país arriba enumeradas.

Los privados que se dediquen al comercio minorista deben ser apoyados con un sistema impositivo estimulante y con facilidades crediticias, lo que debe ser acompañado con una rígida y exigente política y control de cobro de todas sus obligaciones para con el fisco y el presupuesto.

Y una cuestión capital a tener en cuenta: todas estas medidas deben formar parte de una reforma integral del actual modelo económico aplicada en forma de sistema en que cada una tenga su lugar y momento para ser aplicada conformando un cronograma de antecedentes y consecuentes en forma de ruta crítica, diseñada lo más inteligentemente posible, aunque siempre dispuestos a los cambios que se hagan necesarios ante los naturales imprevistos y tropiezos del complejo camino a recorrer..

Pueden existir otras propuestas más acertadas. Varios colegas economistas y experimentados dirigentes anteriores de la economía del país, han planteado sus criterios. No se les ha escuchado. Han arado en el mar a pesar de que las políticas y decisiones del Gobierno han sido hasta ahora desacertadas, fuera de oportunidad y no han arrojado los resultados prometidos reiteradamente y reiteradamente incumplidos.

Es hora de que los organismos decisores cambien de actitud y política. Los objetivos de Patria, Nación, y de un proceso de desarrollo del país «con todos y para el bien de todos», son de todos los cubanos patriotas y todos tenemos el derecho a ser escuchados y a participar en lo que al respecto se decida.

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Imagen principal: Directorio Cubano.