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Resiliencia

—«En la Isla, donde el sol brilla con intensidad, la vida cotidiana de los cubanos se ve marcada por una lucha constante».

—De acuerdo, pero no sé qué tiene que ver la «vida cotidiana» con el «brillo intenso del sol».

—Eso habría que preguntárselo a la autora del artículo «Resiliencia en la Isla: la lucha cotidiana», publicado en el periódico Tribuna de La Habana.

—El sol puede brillar como quiera, pero su incidencia se atenuaría si, por ejemplo, no fuera tan agobiante el transporte urbano, o si tomarse un simple refresco o poseer un aparato de aire acondicionado no constituyeran lujos.

—Por ahí parece enrumbarse su pensamiento. Más adelante expresa que «Los salarios, que apenas alcanzan para cubrir las necesidades básicas, se enfrentan a precios que parecen inalcanzables».

—¿Ves por qué no puedo leerlo? La acepción de «tribuna» que debía defender ese periódico es la de «oratoria, principalmente política, de un país, de una época». Y en este caso la labia se vuelve retórica cuando afirma que los salarios «apenas» alcanzan… ¡cuando no alcanzan!

—¿Y qué pretendes: que a la periodista la bajen a una plaza de menor salario? Bastante que la pobrecita menciona «precios que parecen inalcanzables» y no aclara que son los del mercado no estatal. Déjala que siga: «En cada esquina se escucha el murmullo de la gente que busca maneras de estirar cada peso, de encontrar soluciones creativas para llenar sus mesas y mantener la dignidad en medio de la adversidad. Además, el bloqueo cruel que enfrenta el país agrava aún más la situación, haciendo que la vida resulte más desafiante».

—Algo es algo. Sin proponérselo, y con la palabra «murmullo», habla del estrés que significa contener el grito, pues es de suponer que la gente hable a voz en cuello del asunto. Se le va también, con el antecedente «además», que el bloqueo no es la principal causa de nuestras penurias.

—Afirmarlo no es su objetivo. Oye lo que viene después: «A pesar de las dificultades, los cubanos, con su ingenio y resiliencia, han aprendido a usar su creatividad».

—Mire usted, llamarle «creatividad» al «invento».

—«Pero no es suficiente», agrega. «Las redes de trueque, las cooperativas y las iniciativas comunitarias se han convertido en faros de esperanza, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, la unión y la colaboración pueden iluminar el camino».

—¡¿«Redes de trueque»?! ¿Cuánto puede echarme el Código Penal si se demuestra que soy miembro de una red de trueque?

—Ese es tu problema: reniegas del eufemismo en la poesía. Pocas veces la prensa ha volado tan alto para referirse al robo. Creí que la cumbre se había alcanzado con la frase «desvío de recursos».

—No, qué va, en «momentos más oscuros» los poetas se unen, colaboran e iluminan el camino.

—La luz llega al final de párrafo. La escribiente agrega como para que no queden dudas: «Vuelvo a mencionar el cruel bloqueo, flagelo que nos empeora mucho la vida».

—Es como resignarse al lenguaje oficial, para no meterse en problemas. De ahí que algunos expertos se pronuncien en contra de la resiliencia al considerarla «un discurso que legitima injusticias que van desde la explotación laboral hasta la erosión del Estado de derecho». Qué mayor explotación laboral que te paguen menos de lo que te hace falta para vivir. Y qué erosión más intensa del Estado de derecho que manifestarte a través de «murmullos».

—¿Dónde lo leíste?

—En el Tribuna no fue. Pero recuerdo que se fundamentaba con lo siguiente: «Es una fórmula perfecta: la hegemonía de la resiliencia doblega la oposición natural al sufrimiento que el mismo sistema provoca. Y lo hace sin que el damnificado se pregunte por las causas del dolor».

—El artículo del órgano oficial del Partido de La Habana lo pregunta y lo responde, igual sin proponérselo. Tras la ya mencionada frase sobre el «cruel bloqueo, flagelo que nos empeora mucho la vida», hay un punto y aparte que rompe toda lógica y que deja más de una interrogante con la primera línea del párrafo siguiente: «Pero no solo se trata de este mal que ya dura más de 60 años».

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Caricatura: Wimar Verdecia / CXC.