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Su(o)positorio

—Buenos días. Vengo a inscribirme en el Registro de Contribuyentes.

—¿A qué se dedica?

—Soy opositor.

—¿Opositor A, B o C?

—Ah, no sé. ¿Puede explicarme?

—Hemos dividido esta actividad en gama alta (opositor A), gama media (opositor B) y gama baja (opositor C). Los de gama baja raramente se inscriben, lo normal es que se manifiesten a nivel de pasillo o en colas que no llegan más allá de cuatro horas. Suelen hablar bajito y solo con gente de su entera confianza. En pocos minutos permutan de la reprobación más intensa a la aceptación y el aplauso si se aparece el administrador y explica la incidencia del bloqueo en que el pollo no alcance para todos los núcleos. No están con esto, pero no hacen nada contra esto.

—¿Y qué es «esto»?

—La Oficina Municipal de Administración Tributaria.

—No tengo nada contra ustedes.

—Cuando digo «esto» me refiero a lo que comúnmente es conocido por «La Cosa». Normalmente está mala, pero siempre es susceptible de ponerse peor.

—Se ve que usted le sabe a esos asuntos. Milagro no ha decidido dedicarse a ellos.

—No me aprobaron la doble contratación. En las reuniones del sindicato soy de las que más habla, pero como hace algunos meses pedí mi baja como militante…

—La sancionaron primero.

—Y me expulsaron después.

—Así empecé yo. En el núcleo tomé varias veces la palabra para hablar sobre ciertas distorsiones de la política de cuadros, y me aplicaron con toda su rudeza la política de cuadros.

—Yo terminé de ayudante, y eso no ayudó. Ya no hubo quien me callara.

—El silencio es el peor de los gritos.

—Por lo que comenta, clasifica…

—No me diga que para Opositor B. Me he propuesto estar entre los más críticos desde que oí al compañero Raúl decir que el revolucionario tenía que buscarse problemas.

—Claro que nunca aclaró con quién hay que buscarse problemas.

—Con él muy pocos quisieron buscárselos. Ahora Canel paga las consecuencias.

—De sus actos. Ha dicho que todos tenemos el derecho a criticarlo, pero tampoco dice cómo.

—Yo lo critico todos los días y solo me han detenido tres o cuatro veces.

—Siempre hay quien exagera.

—Nada más que por oírle declarar al presidente que «no hay obra perfecta y sería muy ideal pensar que todo se ha hecho bien, que todo es perfecto y que tenemos la razón en todo» vale la pena ser opositor A. Qué manera más sutil de decirnos que somos brutos, que no nos damos cuenta de lo bien que ellos trabajan, del esfuerzo que hacen por esforzarse.

—Es lo que supone el Gobierno.

—Es su supositorio.

—Si no está seguro de la categoría opositora a la que pertenece, le recomiendo regrese otro día. Yo le daría la más importante, pero cada una tiene sus pros y sus contras. Mientras más radical sea su pensamiento, más atención recibirá por parte de las autoridades, y más tensión tendrá su vida. De alguna u otra manera terminarán jodiéndosela, téngalo por seguro.

—Que podamos inscribirnos es un primer e importante paso. En definitiva, no pueden hacer y deshacer sin echarnos la culpa.

—Tampoco pueden negar que, sin sus barrabasadas, la vida sería más aburrida de lo que ya es.

—¿Cree que en mi CRD me darán el aval? Es el único documento que no traje.

—Vaya tranquilo. Con todos los argumentos que esgrime, no creo que alguien se atreva a no oficializarlo, salvo que desee ser tildado… de opositor.

—Ya lo dijo quien lo dijo: «Ellos hoy se hubieran opuesto como nosotros; nosotros ayer nos hubiéramos opuesto como ellos».

***

Caricatura: Wimar Verdecia / CXC.