"La crisis cubana es multidimensional. No solo es económica: también es social, política e institucional", afirma el economista Mauricio De Miranda Parrondo, quien conduce este espacio de análisis sobre los principales desafíos económicos que enfrenta la Isla. Junto a él, dialogan dos reconocidos expertos y autores de CXC: Omar Everleny Pérez Villanueva y Miguel Alejandro Hayes.
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Cuba no está en crisis, sino en colapso y ese colapso, aunque doloroso, está activando algo inesperado: una revolución que no marcha con pancartas, sino que brota desde la necesidad extrema. El callejón sin salida se ha vuelto matriz de alternativas, un entorno crítico donde la falta de salidas convencionales obliga a la creación simultánea de múltiples respuestas.
Entender el funcionamiento de estructuras como el Partido Comunista de Cuba, sembradas hace cien años y que han demostrado su utilidad para la toma y conservación de un poder totalitario, permitirá evitar los cambios fraudes, las revoluciones traicionadas y las figuras mesiánicas. Sin esa comprensión, la libertad y la democracia serán imposibles en una Cuba futura, con todos y para el bien de todos.
«Cuando papá regresa desde Caracas, en el aeropuerto lo estaban esperando, y se produce lo que yo digo es el primer acto de repudio que hubo en Cuba. Fue protagonizado por los estudiantes de la Universidad de La Habana», relata la socióloga Lela Sánchez, cuya misión ha sido limpiar de falsedades y calumnias el nombre digno del gran opositor de la República, su padre, Aureliano Sánchez Arango.
Entre los ilustres olvidos que conforman la historia de la disidencia cubana se encuentra el nombre de la doctora Martha Frayde, iniciadora, junto a Ricardo Bofill, del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, en enero de 1976, y condenada a ventinueve años de prisión ese mismo año, bajo la acusación de «agente de la CIA». El enigma en torno su vida y castigo no desaparece tras esta enumeración apresurada.
Si bien los éxodos masivos han sido empleados por el régimen cubano para estabilizar la situación interna y disminuir la presión social, estos no fueran posibles si no fuera por la Ley de Ajuste Cubano, que canaliza las aspiraciones de los cubanos hacia el sueño americano y no hacia la libertad nacional.
Una simple ojeada revela que ninguno de los derechos postulados en la Carta Magna es garantizado sobre la base del respeto a los derechos de los demás como límite primario para su ejercicio. En su lugar, se prioriza el interés de una cúpula por continuar en el poder. Muchos ejemplos pudieran comentarse, pero este análisis solo aborda el derecho de queja y petición.

¿Qué sería de los cubanos sin el humor inteligente? Por eso, para que no nos falte la sonrisa de fin de semana, acogemos Cuentos de nuestro Era, una columna medio en broma, medio en serio, de la autoría del escritor y humorista Jorge Fernández Era y con ilustración de Wimar Verdecia.
En una realidad signada por la banalidad, el neocolonialismo y el odio que pulula en las redes, nadie ha prestado atención a un hecho inédito de nuestra historia que quedará en los anales del no te quites tú para ponerme yo, y que marca un antes y un después de la democracia socialista: dos dirigentes, el tronado y el relámpago, realizan juntos una gira por todo el país, el primero para decir que nadie más capacitado que aquel para ocupar el cargo que deja, y el segundo para declarar que nadie mejor que el otro para desocupar el puesto que se coge.
—¿Estuviste al tanto de los llamados que hubo en junio a declarar la independencia y dar paso a una república autónoma de libre comercio en la Isla de Pinos?
—De la Juventud.
—No hubo alusión a la edad de quienes abogaron por ello.
Miguel Díaz-Canel rinde cuentas a Raúl. Y Raúl… A nadie. El ciclo se cierra cuando el presidente de la UPEC, cuyos afiliados son quienes están obligados a cuestionarlos, los aplaude y los glorifica. A eso debe referirse con lo del «nuevo modelo de prensa»: un modelo que no lo haga «prensar» mucho.
Muy importante que se cree, como anunció el presidente de la asociación, el Observatorio Cubano de las Ciencias Económicas, a ver si mejoran los pronósticos y se reducen los daños que le dejan al país las perturbaciones económicas producidas por las medidas del Gobierno.
El pensamiento democrático cubano tiene que existir en contraposición con la criatura anodina, obediente, simplona y feroz a la que mutó el pensamiento político en su relación periférica y difícil ―angustiosa si se quiere, pero también venal― con el poder sin límites, cuando dejó de hacer lo primero y más importante que necesitábamos en Cuba: pensar.