Diagnosticar y visualizar a Cuba. Breve reseña sobre el futuro de la isla
El Futuro de la Cuba Postrevolucionaria (Tecnos, 2023, 343 pp.) es una obra coordinada por Susanne Gratius y Matías Mongan, cuyo interés se inserta en algunos esfuerzos recientes por desentrañar la actualidad cubana desde el punto de vista estrictamente académico. En este sentido, el libro en cuestión, a pesar de la diversidad de autores contemplados, asume criterios de neutralidad axiológica que lo habilitan para desarrollar un análisis riguroso –y, en consecuencia, científico–, acerca de los procesos históricos, económicos y sociopolíticos que han configurado, desde finales del siglo pasado, a la Cuba postrevolucionaria.(1)
Así pues, de los numerosos artículos contenidos en la obra, podemos esperar sofisticadas aplicaciones de desarrollos teóricos en los campos de la ciencia política, la economía, el derecho y las relaciones internacionales para el caso cubano, señeras de la génesis misma del libro como un proyecto de investigación, auspiciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España y la Universidad Autónoma de Madrid; así como de la formación de sus autores, todos ellos científicos sociales del más alto nivel.
Si bien no asume posturas militantes, el espíritu crítico que acompaña a la obra muestra una serie de preocupaciones comunes relacionadas con la democratización del régimen, la apertura del espacio cívico y la ampliación de reformas económicas. Siendo así, en El Futuro de la Cuba Postrevolucionaria se lleva a cabo un interesante ejercicio de prospectiva que arroja diversas pautas, como su título indica, para reflexionar en torno a la actual crisis cubana –evidenciada por el aumento de la escasez y la represión– y formular, en lo sucesivo, potenciales soluciones.
Crítica, diagnóstico y prospectiva son, pues, categorías que articulan la obra en su conjunto. Crítica de los mitos en torno a la Revolución cubana –como aquel de la excepcionalidad– y de los fallidos procesos de reforma que siguieron a la caída de la Unión Soviética. Diagnóstico de la situación social, política y económica después de las movilizaciones del 11J, la pandemia, y el recrudecimiento del autoritarismo tras el ascenso de Díaz-Canel. Prospectiva, finalmente, acerca de las relaciones futuras con Estados Unidos, las posibilidades para un cambio de régimen, y la aceleración o el estancamiento de reformas modernizadoras.
La obra no contempla una metodología rígida debido a la pluralidad de voces que convergen –académicos de disímil procedencia, trayectoria y especialización– y a la variedad de esferas estudiadas. De ahí su estructura cuatripartita, concebida para analizar, por separado, las perspectivas sobre la transición, el entramado político-institucional y socioeconómico, así como la dimensión internacional del fenómeno cubano que, como dicen Gratius & Mongan (2023), «sigue despertando un destacado interés político y académico, desproporcional al reducido tamaño del país caribeño» (p. 17).
No obstante, también podemos rastrear en la obra una perspectiva histórica sin la cual sería imposible entender la realidad cubana en la era del postcastrismo. Si bien no hallamos, en mi opinión, acuciosos análisis respecto del auge revolucionario y la asimilación del modelo soviético, son notables las consideraciones sobre la etapa posterior al fin de la Guerra Fría. En este sentido, parece que el libro asume la actualidad de Cuba como consecuencia directa de una malograda apertura, más económica que política, necesaria tras la disolución del Bloque del este en 1991.
Asimismo, de suma importancia para el debate son las disquisiciones en torno al carácter supuestamente excepcional de la isla, cuyo origen entrecruza, según Gratius (2023), a cuatro acontecimientos: i) haber sido la última colonia en América del Imperio Español, ii) el intervencionismo de Estados Unidos debido a la enmienda Platt, iii) la renuencia del régimen revolucionario para entrar en la ola democratizadora de finales del siglo pasado, y iv) el estatus múltiple del Estado-nación cubano durante la Guerra Fría, identificándose, simultáneamente, con el bloque socialista, Latinoamérica y el Caribe, y el Sur Global.
El mito de la excepcionalidad cubana se ha fortalecido a lo largo de los gobiernos castristas y el postcastrismo, gracias al discurso de las «conquistas revolucionarias» que pretende justificar las conductas antidemocráticas del régimen debido a sus presumibles logros en materia de salud y educación, así como por su autonomía frente a Estados Unidos y el embargo. No obstante, esta narrativa, también diseminada en el tratamiento académico sobre Cuba, parece derruirse debido a la apremiante crisis económica y de suministro padecida por esa sociedad durante la pandemia del Covid-19 (Gratius, 2023).
Semejantes problemas estructurales no distan de los de otros países latinoamericanos, mientras la respuesta ciudadana a ellos parece responder a experiencias comunes (Welp, 2023), tal y como sucedió durante las movilizaciones del 11 de julio del 2021 en Cuba, reflejo de un amplio estallido regional previo que involucró a países como Chile o Colombia. La excepcionalidad cubana, según muestra la obra, parece una narrativa en crisis, producto de las cada vez mayores dificultades del régimen para legitimarse, garantizar el aprovisionamiento de bienes y servicios básicos a la ciudadanía, y detener un proceso de cambio generacional que ha impactado profundamente en la cultura política (Sánchez, 2023).
Para comprender mejor estas dinámicas, la obra incluye un capítulo (Peña y Chaguaceda) que ubica el análisis del modelo político dentro de la tradición totalitaria soviética, utilizando los conceptos y enfoques de la Política Comparada, para pasar revista a la estructura institucional, actores y eventuales desarrollos del régimen insular.
Además de las circunstancias internas a la isla, la normalización –o, en términos del libro, latinoamericanización– de la realidad cubana obedece a dinámicas propias de la coyuntura regional e internacional. Acontecimientos como la institucionalización de guerrillas revolucionarias en diferentes países de la zona –las FARC en Colombia, el FSLN en Nicaragua o el FLN en El Salvador–, el reforzamiento de sanciones durante la presidencia de Trump, el vertiginoso ascenso del éxodo cubano tras la fallida gestión económica del gobierno postcastrista, y la pérdida de ayuda financiera por parte de aliados estratégicos como Venezuela, permiten afirmar que: «no es exagerado plantear que lo peor que le ha pasado a Cuba [o mejor dicho, al régimen cubano] en estos años es su pérdida de su singularidad, con la ausencia de Fidel Castro y con el declive de una histórica y efectiva campaña mediática que ya no puede ocultar lo que está pasando dentro de la isla». (Romero, 2023, p. 37).
Entre otras cosas, El Futuro de la Cuba Postrevolucionaria constituye un loable intento por desmitificar la narrativa de la excepcionalidad –útil para legitimar las posiciones autoritarias del gobierno– y evidenciar un proceso de cambio aparentemente irreversible en algunas estructuras sociales y económicas del país, no así en el sistema político vigente. El excepcionalismo cubano se caracteriza, como muestran algunos artículos de la obra, por una transición bloqueada que mantiene a flote al régimen de partido único, a pesar de los avatares internos y del entorno regional eminentemente democrático.
Entender la continuidad del régimen a más de 60 años de la revolución, constituye un asunto nodal para entender a Cuba. Actores internacionales vinculados de diferentes maneras al gobierno cubano, han sido fuentes importantes de legitimidad y, por lo tanto, de supervivencia para la autocracia más añeja del continente. Por tal motivo, el libro presta cuidadosa atención a las relaciones internacionales de la isla, reconociendo la importancia de las definiciones geopolíticas en un momento asumido por muchos como cambio de época.
Más allá de solo analizar los vínculos de Cuba con sus aliados manifiestos y, por decirlo así, históricos, como el eje Rusia-China-Irán y sus adalides regionales, Venezuela y Nicaragua, la obra alude, pertinentemente, a las oportunidades que actores democráticos como Estados Unidos, la Unión Europea y varios países latinoamericanos, brindan, queriendo o no, a la preservación del régimen. Si bien los primeros pueden otorgar a la isla cooperación militar, mediática y, en ocasiones, financiera; los segundos, sea mediante acuerdos bilaterales o imposición de sanciones, facilitan al gobierno cubano mecanismos diversos de legitimación.
Capítulos como los de Ayuso & Gratius (2023) o Alzugaray (2023) señalan, por un lado, las probables consecuencias de las estrategias estadounidenses mal calculadas en su acercamiento a Cuba. Por otra parte, evalúan la creciente importancia económica y diplomática de la Unión Europea en la isla, mostrando la ambivalencia del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación firmado por ambas partes en 2016. En opinión de Ayuso & Gratius (2023):
EE.UU. y la UE han ido adaptando sus políticas hacia Cuba a un contexto global y regional cambiante, pero sin limar sus profundas diferencias que siguen marcando un juego de suma cero que, en su conjunto, facilitan la continuidad del régimen cubano y contribuyen a bloquear una salida democrática: las sanciones justifican el unipartidismo y el cierre de filas político como escudo ante la amenaza exterior y la UE sustituye en gran parte la ausencia política y económica de EE.UU. con comercio y cooperación. (p. 251).
El texto de Mongan (2023) abona a la comprensión del panorama internacional que se abre a Cuba luego del sucesivo ascenso de líderes de izquierda, de 2019 a la fecha, en América Latina. No obstante, la mayor relevancia del capítulo descansa en hacer explícitos los procesos de cambio que, aunados a su dinámica interna, pueden comprometer la inserción de la isla en esta nueva marea rosa. Si bien la mayoría de tales gobiernos son favorables al régimen cubano, figuras como Gabriel Boric han criticado las violaciones de derechos humanos durante el 11J, muestra de la reconfiguración –ciertamente minoritaria– de las izquierdas regionales y la pérdida de influencia de Cuba en el hemisferio.
El Futuro de la Cuba Postrevolucionaria es un texto que permite entender, bajo el signo de la rigurosidad académica, los fallidos intentos de reforma política y económica a los cuales se ha enfrentado la isla desde finales del siglo XX. Una de las grandes virtudes de la obra consiste, asimismo, en evidenciar el aparentemente inevitable proceso de cambio que hoy vive Cuba, expresado en la modificación de algunas estructuras socioeconómicas, la incapacidad del régimen por proyectarse positivamente hacia el exterior y el consecuente quiebre del excepcionalismo. Pese a ello, el texto también reconoce las restricciones impuestas a la transición en la mayor, y acaso la única, de las singularidades del régimen cubano: la permanencia de la misma élite política en el gobierno durante 64 años.
***
Imagen principal: Portada del libro El Futuro de la Cuba Postrevolucionaria.
***
(1) Estos son algunos de los autores mencionados cuyos textos forman parte del libro que se reseña: Alzugaray, C. (2023). Entre la normalización y una «nueva guerra fría»: las relaciones cubano-estadounidenses en tiempos postpandémicos. (pp. 269-288); Ayuso, A., & Gratius, S. (2023). EE. UU. y la UE ante la cuba postrevolucionaria: ¿fin del juego de suma cero? (pp. 251-266); Gratius, S. (2023). La excepcionalidad de Cuba en el debate político y académico. (pp. 27-46); Gratius, S., & Mongan, M. (2023). Introducción. (pp. 17-20) ; Mongan, M. (2023). Cuba y la nueva «marea rosa» en América Latina. (pp. 311-330); Romero, C. A. (2023). Cuba, China, Rusia y Venezuela: los límites de una alianza imperfecta. (pp. 292-309); Sánchez, F. (2023). El fin de la épica: la normalización de Cuba en América Latina y la institucionalización autoritaria. (pp. 55-65); Welp, Y. (2023). El cambio en Cuba. (pp. 142-158).