Última carta abierta para un fraile incoherente
«No puedo estudiar sobre pieles muertas mientras mis hermanos los hombres se mueren de hambre».
Santo Domingo de Guzmán
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Estimado Frei Beto:
En días pasados supe de la celebración de su 80 cumpleaños en Cuba. En primer lugar, quiero felicitarlo por esas ocho décadas de vida. Espero que esta ocasión sea una pausa para que reflexione, como buen religioso, sobre su compromiso social y espiritual actual. A mi felicitación quiero añadir varias preguntas:
¿Dónde queda su voto de pobreza? ¿Por qué un hombre que dice optar preferencialmente por los pobres legitima a un gobierno totalitario? ¿Por qué celebrar en una embajada situada en un país no democrático? ¿Por qué no hacerlo con sus hermanos dominicos que viven en La Habana? ¿Se le ha olvidado que vivió en dictadura y que la padeció en primera persona?
Hace tiempo que los católicos cubanos sabemos de sus ambigüedades, pero resulta indignante conocer sus planteamientos públicos en un país donde comer hoy es un lujo. Ya estamos hartos de escucharle hablar de soluciones alimentarias imposibles: cáscaras de papas fritas (en un lugar en que estos tubérculos y el aceite son productos casi inexistentes) o, recientemente, de invitar a la gente a sembrar en las ventanas. ¿Acaso ignora usted que hay familias que no saben qué dar de comer a sus hijos? Y por favor, no se justifique en el embargo, que como buen católico progresista que soy, las letanías me agobian.
De verdad, si desea seguir como asesor presidencial, ¿por qué no recomienda una transición a la democracia en lugar de desfilar por la Mesa Redonda y posar en banquetes al lado de Lis Cuesta? No se obstine en seguir dictando cátedra sobre una realidad que usted no padece, porque eso resulta un pecado que clama al cielo. Todos sabemos bien que la Cuba que conoce no es la de los barrios marginados y los solares; sino la de las cenas caras, las recepciones, las casas de visita y los coches oficiales, que usa frecuentemente.
Sin embargo, los cristianos pueden corregir su camino. Mi invitación, Frei Betto, es a que deje de lado a los poderosos y se enfoque en los pequeños, como reza el Magníficat. El primer paso podría ser visitar el barrio de La Güinera, donde decenas de familias sufren la condena de sus hijos a más de veinte años de prisión por exigir una vida digna.
¿Conoce usted la historia de nuestro hermano Ángel María Meza, un laico católico condenado a ocho años de prisión por manifestarse pacíficamente el 11 de julio de 2021? Le aseguro que si pide ayuda a algún religioso cubano, lo llevará con el poco combustible que tiene a consolar a sus ancianos padres, que lloran cada día la ausencia del hijo.
Pero tal vez lo más grave de su actitud de apoyo al estado cubano es que el propio día de su cumpleaños, dos mujeres, Alina Bárbara López y Jenny Pantoja, eran golpeadas por agentes de la Policía Nacional que cumplían órdenes de la Contrainteligencia. Qué actitud tan poco digna la de un fraile que fue encarcelado por una dictadura. ¿Acaso puede vivir en paz con su conciencia cuando dos mujeres, por el simple hecho de intentar manifestarse pacíficamente, experimentaron similar experiencia que la suya?
Hermano Carlos Alberto, el lema de su orden lo interpela y lo convoca a respetar la compleja existencia de la ciudadanía cubana. Le pregunto: como fraile dominico ¿continúa sintiéndose llamado a bendecir la realidad de los pequeños? Y no hablo de recetas de cocina, sino de acompañar la realidad de una Iglesia cubana débil, que sobrevive día a día. Le pido que bendiga —y eso no se trata de abrazar a la familia Castro, Díaz-Canel o Lis Cuesta— a los jóvenes que arriesgan y a veces pierden sus vidas en los corredores migratorios, ante la imposibilidad de acceder a una vida digna en Cuba; o a las familias de los 1066 presos políticos.
Por último, le pido que sea fiel a su vocación predicadora, como hicieron en su día fray Antonio de Montesinos o fray Bartolomé de las Casas. Defienda con su predicación la libertad y el respeto a la dignidad humana. Frei Betto, aún está a tiempo. Alabe, bendiga y predique, pues por el camino que va, la historia de Cuba y su Iglesia lo situará en un lugar bien alejado del Padre Varela y de monseñor Enrique Pérez. Este es mi último cuestionamiento, fray Carlos Alberto, sé que ha leído los anteriores. Sea consciente de que es posible hacer las cosas de otro modo; ahí tiene el ejemplo de los dominicos que pasaron por San Juan de Letrán años atrás.
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Imagen principal: De izquierda a derecha, el profesor de Oliveira, Díaz-Canel, Frei Betto, Lis Cuesta y Fray Celio de Pádua García, prior de los dominicos en La Habana, en la embajada de Brasil en La Habana. (Foto: Jason de Oliveira/Instagram)