Bricdis
—Una pena que la complicada contingencia electroenergética y el impacto simultáneo de un huracán hayan impedido la presencia en la cumbre de los BRICS, como era su plan, de Lis Cuesta.
—Se perdió la oportunidad de que, a través de su indumentaria, se demostrara cómo Estados Unidos ha impuesto el dólar como moneda de referencia.
—A pesar de su ausencia, los países miembros del BRICS abogaron por la creación de un circuito de pagos propio. Imagino que traten de crear una moneda común que haga frente a la hegemonía del billete verde… en Cuba.
—Por qué inventar algo nuevo. Basta con imponer el MLC a escala global.
—Brasil, Rusia, China, India, Sudáfrica y los nuevos países miembros no saben lo que se pierden con la experiencia cubana: una moneda que no es moneda, que desaparece de las manos del dueño mucho antes de que adquiera valor de uso, y que lleva implícito un altísimo impuesto que pagas casi agradecido, gustoso de que te metan el pie «multilateralmente».
—La ampliación del grupo explica la presencia de la Isla en la cita. Rusia busca otro «socio pa su negocio». De ahí la condición que acaban de otorgarnos.
—Me pregunto qué fue a buscar Bruno.
—Cuba arribó a Kazán a la «kaza» de recursos para no tocar fondo. Se hunde y necesita un esnórquel que le permita reponer oxígeno.
—Dudo que lo logre con Rusia. Las sanciones a su economía que impulsan los países occidentales han provocado que Putin gire hacia Asia.
—Olvidas que ya somos país observador (y seguimos pidiendo a gritos nuestro ingreso) en la Unión Económica Euroasiática, organismo que pertenece a una región muy afín con nuestra cultura e idiosincracia. Sin contar que nos hemos insertado en la iniciativa de la Franja y la Ruta.
—¿Qué franja? ¿Qué ruta? La de la nave Cuba no tiene rumbo fijo. Busca anclarse en cualquier puerto que le quite de encima su dependencia del USB. ¿Cuántas miradas irónicas no habrá recibido Parrilla en su intervención ante presidentes y primeros ministros de Estados que tienen «avances económicos importantes»?
—Debe haber salido muy decepcionado. La meta de la nación antillana era que la aceptaran como miembro pleno, jactarse de pertenecer a una asociación que representa casi la mitad de la población mundial, un tercio del producto interno bruto, una cuarta parte del comercio y el cuarenta por ciento de la producción de petróleo.
—En una coyuntura en que pedimos el combustible por señas.
—Y sin nada que ofrecer a cambio.
—Discrepo. En algunos rubros somos líderes mundiales. En la producción de apagones, por ejemplo.
—No había pensado en ello.
—Cuba es además la única nación que ha demostrado científicamente que se puede sobrevivir con una canasta básica de un solo producto, y que este puede consumirse con carácter retroactivo: hay comunidades que reciben hoy el arroz de septiembre.
—Con la inserción con carácter de «socio» en los BRICS, podríamos exportar los pocos centrales que nos quedan. Los países miembros nos facilitarían el azúcar.
—Las posibilidades de cooperación son infinitas. Redimensionaríamos el flujo de mano de obra profesional hacia los países emergentes a cambio de importar viejos desde Uganda, Nigeria, Kazajistán, Tailandia… para convertir este paradisíaco territorio en un inmenso asilo de ancianos.
—Bruno señaló las «ventajas de la posición geográfica de la Isla para facilitar el acceso de las naciones del bloque a mercados importantes de América Latina y el Caribe». Abrió la posibilidad de revertir la condición histórica del Mariel: de principal puerto para la estampida de los ochenta a sede de una Zona Especial de Desarrollo que nos saque de una vez… del subdesarrollo.
—Resultó curioso que, al mencionar las causas por las que según él sufrimos las actuales contingencias energéticas y alimentarias, hablara de «condiciones meteorológicas difíciles para la navegación y descarga barco a barco, como muchas veces se nos impone». Yo creía que la descarga barco a barco solo puede forzarse cuando arriba un buque hoy y otro la semana que viene.
—Hay que ver lo que hace el imperialismo por variar las condiciones meteorológicas. No les bastó aquella cabronada del congelamiento de los lagos de Canadá.
—Está bien entonces que redescubramos las bondades de Rusia.
—Y perdonemos las guataquerías de la Mesa Redonda. En la dedicada al encuentro en Kazán se apuntó que «Putin estuvo muy activo; es un hombre de 72 años, parece que tiene 30; mucho movimiento, mucha actividad. Hizo un chinchín por el éxito de la cumbre».
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Caricatura: Wimar Verdecia / CXC.