Cortina de humo y cálculo político: excarcelación no es liberación
El gobierno cubano ha anunciado la excarcelación de 553 prisioneros. Si se tienen en cuenta los precedentes, es posible asegurar que serán presos políticos, aunque la nota del MINREX no lo declara en tanto el gobierno no reconoce la existencia de personas privadas de libertad por tal motivo en el país. Cientos de familias que vieron a sus seres queridos juzgados en procesos amañados por ejercer derechos constitucionales como el de la protesta, podrían reunirse nuevamente.
La declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores que anuncia la noticia es, cuando menos, engañosa, pues asegura que se decidió «beneficiar con el otorgamiento de libertad a 553 personas sancionadas». No obstante, Maricela Sosa Ravelo, vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular, afirmó en comparecencia televisiva que las sanciones de las personas excarceladas no están extintas. Ellos no han sido beneficiados con una amnistía ni un indulto. ¿Es libre quien sigue cumpliendo una sanción, aunque sea fuera de una prisión y rindiendo cuentas a un juez de ejecución?
Esta excarcelación masiva es, sin dudas, una buena noticia, pero no un acto de justicia y mucho menos una demostración de la «naturaleza humanitaria de los sistemas penal y penitenciario de Cuba». Es, sin más, puro oportunismo político.
En paralelo, el gobierno de Joseph Biden decidió sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo aduciendo que el Gobierno «no ha prestado apoyo alguno al terrorismo internacional durante el período de 6 meses precedente» y «ha dado garantías de que no apoyará actos de terrorismo internacional en el futuro».
Que esto suceda seis días antes de que el demócrata abandone la Casa Blanca demuestra que la decisión está cargada de hipocresía y cálculo. Es, igualmente, puro oportunismo político.
Por otra parte, una vez más el gobierno cubano utiliza prisioneros como moneda de trueque para obtener cambios de una administración norteamericana hacia la isla. Con marcado cinismo, la declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores asegura que la «liberación» de los presos se realiza «en el espíritu del Jubileo Ordinario de 2025».
¿No es constitucionalmente laico el estado cubano? ¿No fue acaso el mismo gobierno del Partido Comunista de Cuba el que reprimió de forma feroz y entusiasta durante décadas la libertad de culto, al punto de desterrar, violentar y encarcelar personas por sus creencias? ¿No son los órganos represivos de ese mismo estado que hoy se imbuye del «espíritu jubilar» el que todavía reprime la libertad religiosa de personas que disienten? En estos tiempos de descalabro político, la inconsistencia y la falsedad son norma.
La excarcelación de presos y la exclusión de la lista de patrocinadores del terrorismo, ambos hechos tamizados por la siempre discreta mediación del Vaticano, son pasos positivos, pero sus efectos no serán duraderos: por un lado, el estado cubano es un constante generador de prisioneros políticos en tanto, por las características y estructura de su sistema político unipartidista y excluyente, reprime el derecho al disenso en todas sus manifestaciones; por otro, el uso político de la «lucha contra el terrorismo» hará que la salida de la isla de la lista en cuestión sea probablemente revertida por la próxima administración.
En medio de esos vaivenes de alta política y juegos diplomáticos se encuentra el pueblo cubano, gobernado por un grupo de poder dictatorial que prefiere negociar con su alegado «enemigo histórico» antes que con sus propios ciudadanos. El conflicto no solo es entre dos países muy asimétricos y sus intereses de Estado, sino entre dos poderes igualmente muy asimétricos: el del gobierno y el del pueblo.
Celebremos la excarcelación de los compatriotas, celebremos también la exclusión de una lista en la que evidentemente el país no debía estar en los momentos actuales; pero no perdamos de vista el verdadero conflicto y el hecho de que su solución se encuentra únicamente en una ciudadanía empoderada que luche por sus derechos.
***
Imagen principal: Sasha Durán / CXC.