Dudas que me asaltan a propósito de la prohibición del «Paquete» y otras incoherencias
Todos los días a primera hora reviso el teléfono como parte de una absurda necesidad de sentir que tengo alguna idea de lo que sucede en el mundo. No se me ocurre utilizar para ello el noticiero porque aspiro a conocer aunque sea un trocito de la realidad y con ese espacio televisivo ya se sabe.
Desde hace algún tiempo, puede que gracias a esa costumbre, tengo la sensación de que en Cuba existen dos grupos bien diferenciados que intentan dirigir nuestro destino: uno pretende ser más abierto, mientras que el otro parece cerrado y extremista. Ofrezco algunos ejemplos simplificados para ilustrar esta teoría.
1. Un día nos contaron que en las reservas había demasiados dólares y que el país no podía operar con ellos a causa de las sanciones que impone Estados Unidos, por ello no era posible que los ciudadanos realizáramos depósitos en esa moneda. Poco después, parece que sí, se necesitaban dólares —no eran suficientes, menos demasiados—, así que aceptaron que hiciéramos depósitos bancarios en esa moneda y, más recientemente, que incluso se pagara con ella de forma directa. No se iba a dolarizar el país, aseguraron.
2. En otra ocasión nos dijeron que las mipymes eran imprescindibles para evadir el bloqueo y que sus actividades eran beneficiosas porque vendían alimentos a la población que ya no contaba con muchos de los productos de la canasta básica. Meses más tarde, resulta que las mipymes son terribles pues producen personas con demasiados recursos económicos. Entonces, hay que controlarlas e ir eliminando a muchas que no se portan bien.
3. El Presidente de la República figuró como tutor de la candidatura docente del Ministro de Economía y Planificación a quien, poco después, separaron del cargo. El Presidente/Tutor lo felicitó en las redes por su cumpleaños a los poquitos días de haber sido cesado. En un lapsus igual de breve, detuvieron al exministro por corrupción —supuestamente luego de una investigación que tiene que haber estado en curso mientras el Presidente usaba sus redes sociales para congratular al cumpleañero— y hasta hoy no se conoce lo que ha ocurrido con él. ¿Le habrán dicho esta vez algo al Presidente? Tal vez, pero a la población nada.
4. La Contralora General, aparentemente muy estimada y en el cargo durante más de diez años, fue sustituida tras aclarar a la agencia EFE que ella no podía auditar a GAESA porque ellos, al ser tan eficientes, no lo necesitaban. Cometió un pecado capital, la pobre, no por decir que eran eficientes los de esa institución militar que maneja tantos valores, sino aparentemente por hacer declaraciones públicas al respecto.
En medio de estas visibles contradicciones de cachumbambé, aparecen sin cesar nuevas regulaciones sobre la forma en que debe operar la economía del país y se ponen en vigor medidas que llaman la atención por el evidente desconocimiento de la realidad en su formulación. Pudieran atribuírselas cualquiera de los dos grupos en pugna.
Hace poco encontré una de esas medidas, contenida en el Decreto 107/2024, enfocada parece ser —aunque suene ridículo a estas alturas— en la necesidad de combatir actividades que producen desviaciones ideológicas: a uno de los dos grupos se le ha ocurrido la idea de prohibir el famoso «Paquete».
No creo que desconozcan que esa es solo una pequeña fisura mediante la cual la población intenta escapar del aburrimiento, gracias a la sana y extendida costumbre de usar el Mutis con el Noticiero Nacional, Hacemos Cuba o Con Filo, entre otros. Es una vía usada por la gente para intentar olvidarse de las miles de necesidades perentorias que la afectan y permite la fugaz ilusión de verse convertidos en «personas normales» de cualquier otro país del mundo. A tal actividad se le llama entretenerse y uno de sus objetivos es evitar que mientras se realiza, prime el descontento que «nos toca por la libreta».
Los contenidos del «Paquete» son mucho más efectivos que el adoctrinamiento cuando de «dulcificar» la existencia de una parte del pueblo se trata. El adoctrinamiento lleva sesenta años demostrando en Cuba su ineficiencia. Hoy produce un rechazo evidente en la mayoría de aquellos a quienes va dirigido. La falta de conocimiento de la penurias cotidianas hace que los que toman decisiones, desconozcan que el pueblo requiere una vía de escape que no siempre puede ser la de la dolorosa emigración.
Están puestos para hacer desaparecer el «Paquete», el cual lejos de ser para ellos un aliado, se ha convertido en enemigo de la «Revolución Socialista». ¿Se considerará sedición el venderlo? ¿ Y comprarlo?
Por un lado me pregunto, ¿a cuál de los dos grupos en pugna pertenece el «Paquete»? Cuesta creer que una práctica tan económicamente rentable, extendida por todo el país y permitida durante tantos años, no tenga relación con algún «habitante del poder». Tal conjetura se reafirma si se tiene en cuenta que cuando inició la distribución del «Paquete», las posibilidades de conectarse a Internet eran altamente reducidas. ¿Cómo se descargaba el cuantioso contenido actualizado que se ofrecía? El rastro del dinero los señala una vez más.
Por otro lado inquiero, ¿de cuál de los dos grupos emana esta medida? ¿Cuál es más torpe a la hora de analizar la situación de una parte de la población que hace el esfuerzo por olvidar sus propias circunstancias y no se atreve —todavía— a expresarse en las calles? ¿Quién es el árbitro que mueve los hilos tras estos dos grupos en pugna?