Plenilunio

—¿Seguiste las sesiones del octavo plenilunio?

—Tú dirás del Octavo Pleno del Comité Central del Partido.

—Plenilunio. Esta vez tomaron partido por la definitiva solución al problema de que hace rato que la luna no se acuesta llena.

—¿Se logró algo?

—De los Plenos nunca se logra nada. «Es en la base donde se garantizan los procesos». El alimentario dura alrededor de tres horas desde que el condumio baja por el gaznate y recula en el intestino, pero el de la nación parece que tendrá que esperar tres siglos según van las cosas.

—¿Y cómo van?

—El presidente no para de expresar que se avanza, aunque los informes digan lo contrario. Hace un auto de fe cuando habla de «una Revolución que no nació para el pesimismo y mucho menos para la derrota».

—¿No es derrota que lo que sembramos no supere ni la mitad de la demanda? ¿O que la zafra azucarera alcance solo el 39 % de lo planificado?

—Depende de cómo se mire. La cantidad de centrales azucareros cerrados en el 2004 apunta a la desaparición total del consumo de endulzantes. En cualquier momento la Organización Mundial de la Salud nos lo reconoce públicamente.

—Cada día se hace más difícil reconocer a Cuba. La veo y me parece más extraña y lejana.

—Las instituciones vinculadas a la ONU tienen mucho que aprender del Partido. Quizás hubiera menos guerras si el secretario general en su informe de rendición de cuentas declara lo que el Pleno: «Son catorce los acuerdos que en esta ocasión se evalúan, de los cuales hay cumplido uno, otro se incumple, y el resto se encuentra en proceso». Dejarles de tarea a los países miembros adivinar en qué acápite entra cada acuerdo establecería una moratoria en cualquier conflicto y sería un reto para científicos, filósofos y economistas.

—Ahora que hablas de economistas: se extraña a Gil, ¿eh?

—No jodas. El nuevo ministro de Economía y Planificación lo supera. Ha dicho en el Palacio de Convenciones que «Se está en un momento en que vemos resultados, pero tenemos que seguir trabajando. Se trata de un camino que, más que de velocidad, es de resistencia; que implica voluntad, inteligencia, coordinación, y compromiso. Tenemos que ir logrando resultados con lo que disponemos».

—Tiene razón: son estos los funcionarios con que disponemos.

—El primer secretario afirma que «Este Pleno se ha caracterizado por un amplio debate, participativo, aportador, y donde es apreciable el nivel de identidad que hay entre los temas que se han sometido a debate como parte de la agenda, y los principales problemas que tiene el país».

—Es lo menos que pueden hacer, ¿no?

—Quieren, pero no pueden. Se hace inexplicable la frase «La convocatoria ahora es salir al combate, como sabemos hacerlo, como tantas veces en la historia lo hemos hecho, y convertir en hechos palpables y en resultados lo que aquí hemos analizado entre todos». Son incontables los congresos, plenos, sesiones y reuniones donde se analiza una y otra vez lo mismito del año pasado. ¿Y dónde están los «resultados»? El único «hecho palpable» es que seguimos cuesta abajo.

—Oí que en el propio Pleno aseguró Canel que «El país está lleno de trabajadores que en las peores circunstancias están encontrando soluciones, pero esas valiosas experiencias todavía son la excepción». ¿Puede un país estar «lleno de excepciones»?

—«Las dificultades cotidianas, tan enormes que a veces parecen insuperables, no son una desgracia: son una prueba de nuestra capacidad para enfrentarlas y vencerlas». La mayor es la de la jama, y ahí está la Ley SSAN para resolverla.

—¿Eso qué es?

—Se lee «Sin Salchicha la Alimentación es Nula», pero son las siglas de la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional. Jorge Luis Tapia resumió su implementación, que ya va para dos años, con una frase muy divertida: «Lo que tenemos que preguntarnos es qué nos falta por hacer y en qué tiempo vamos a lograrlo».

—¿Alguien le contestó?

—La respuesta habrá que buscarla en el próximo plenilunio.

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Caricatura: Wimar Verdecia / CXC.

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