Del movimiento cívico a la uniformidad ideológica: historia de un silenciamiento

La historia republicana en nuestro país estuvo marcada por la formación, mantenimiento y rescate continuo del civismo como posición inherente al ser social cubano. Entendido etimológicamente, proviene del latín civis ―ciudadano― y civitas, civitatis ―ciudad―, y designa la relación o capacidad del ser humano para interactuar con el medio en que se desenvuelve.

Un movimiento cívico, entendido desde el punto de vista sociopolítico, es una organización o conjunto de ciudadanos que buscan influir en la política y en la toma de decisiones gubernamentales sin, necesariamente, pertenecer a partidos legalmente constituidos. Pueden ser una forma de presión social que se propone generar cambios en agendas públicas a través de la movilización pacífica y la incidencia en la vida política; representar intereses colectivos y promover transformaciones sin necesidad de aspirar al poder directo.

Desde el punto de vista de la democracia, presupone la participación ciudadana. Oxigena y renueva a la sociedad al expresar, mediante el debate público, sus demandas. En condiciones de libertad, se busca ejercer control sobre el poder público y contribuir a una mayor transparencia y rendición de cuentas. ¿Cuándo desapareció el debate cívico en Cuba? Objetivamente no es posible situar el inicio del fin en enero de 1959, aunque sí a finales de ese año, cuando comenzó a desaparecer la libertad en los medios.

Crecer en una sociedad univoz, sin pluralidad, con rígido control de la información, la educación, la cultura y la formación ciudadana; fue lo que creó, al final, el «hombre nuevo». Como resultado de la manipulación pervertida de la sociedad, surgió un tipo de individuo en el cual el aparato del poder ha afianzado su control. Es hora de romper con ello y forjar, con nuestras manos desnudas, la Cuba de nuestros descendientes.

Civismo, historia y manipulaciones

La tradición de movimientos cívicos en la historia republicana es larga e interesante. Fomentados desde la propia célula formativa que constituía la escuela pública eran, por lo general, la opción primera ante insatisfacciones diversas. Casi todos los movimientos políticos destacados del período republicano constituyeron, en sus inicios, una respuesta cívica a crisis sociales, económicas o políticas. Fue el agotamiento de esa vía, la que generó la oposición directa y armada a las dictaduras.

El 17 de abril de 1954, desde el Presidio Modelo de Isla Pinos donde cumplía prisión por el asalto al Cuartel Moncada, Fidel Castro envió a Melba Hernández una carta en la que explicaba su concepción de un movimiento cívico. Contenía, además, indicaciones que los miembros que estaban en libertad debían seguir para ponerlo en marcha. Tan eficaz fue, que en unos meses estaba en marcha. El mismo se resume en estos tres puntos:

«1ro. No se puede abandonar un minuto de propaganda porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener su estilo propio y ajustarse a las circunstancias. Hay que seguir denunciando sin cesar los asesinatos. (...)».

2do. «Hay que coordinar el trabajo entre la gente nuestra de aquí y la del extranjero. Prepara a este fin cuanto antes un viaje a México para que te reúnas allí con Raúl Martínez y Lester Rodríguez y después de estudiar cuidadosamente la situación decidan sobre la línea a seguir. Hay que considerar con extremo cuidado cualquier propósito de coordinación con otros factores (...) la táctica de manchar con su desprestigio todo núcleo que le haga sombra. No admitir ningún género de subestimación; no llegar a ningún acuerdo sino sobre bases firmes, claras, de éxito probable y beneficio positivo para Cuba. De lo contrario es preferible marchar solos y mantener ustedes la bandera en alto hasta que salgan estos muchachos formidables que están presos y que se preparan con el mayor esmero para la lucha. “Saber esperar”, dijo Martí, “es el gran secreto del éxito”».

3ra. «Mucha mano izquierda y sonrisa con todo el mundo. (...)».

De estas orientaciones surgirá un movimiento de oportunas alianzas plurales que desembocó, gracias a la concertación de todas las fuerzas reunidas, no solo en la ya citada amnistía, sino en los preparativos para acciones posteriores. Sin embargo, alternados como comentarios entre las indicaciones de la carta, se revelaba la verdadera esencia del pensamiento de su autor. Tales acotaciones, que tuvieron un destino fatal para el pueblo de Cuba, develan la esencia manipuladora que desde tan temprana fecha le caracterizaba.

Analicemos íntegros los dos puntos más importantes:

«1ro. No se puede abandonar un minuto de propaganda porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener su estilo propio y ajustarse a las circunstancias. Hay que seguir denunciando sin cesar los asesinatos. Mirta te hablará de un folleto de importancia decisiva por su contenido ideológico y sus tremendas acusaciones al que quiero le prestes el mayor interés. Es preciso que se conmemore además dignamente el 26 de Julio. Hay que lograr de todas maneras que se dé un acto en la escalinata universitaria; será esto un golpe terrible al Gobierno que es necesario preparar desde ahora mismo con mucha inteligencia; así como también actos en los Institutos, en Santiago de Cuba y en el extranjero: Comité Ortodoxo de Nueva York, México y Costa Rica. Gustavo Arcos debe hablar con los dirigentes de la FEU para el acto de la Escalinata».

3ra. «Mucha mano izquierda y sonrisa con todo el mundo. Seguir la misma táctica que se siguió en el juicio: defender nuestros puntos de vista sin levantar ronchas. Habrá después tiempo de sobra para aplastar a todas las cucarachas juntas».

El importante folleto al que se refiere es «La Historia me absolverá». En primer lugar, estaba anunciando la intención de que este se convirtiera en la biblia del movimiento, y que andando el tiempo evolucionaría como programa de la revolución. En segundo lugar, el reconocimiento de la fuerza del movimiento estudiantil y su insistencia en que fuera usada la escalinata de la Universidad de La Habana como tribuna, permiten comprender por qué, desde el propio enero del 59, comenzó el proceso de disolución del Directorio Revolucionario.

Finalmente, la última frase: «Habrá después tiempo de sobra para aplastar a todas las cucarachas juntas», es suficientemente esclarecedora y lapidaria, sobran las explicaciones. Edificar la Cuba destruida tras décadas, significa entender que crecimos envueltos, alimentados, arropados y medidos por la manipulación. Que seamos capaces de debatirlo, de encontrar nuestras diferencias y fortalezas en la pluralidad cívica, el respeto y la cooperación, es el paso inicial para sacudirnos un poder que, como diría el Padre de la Patria: «Si aún nos parece fuerte y grande, es porque (...) lo contemplamos de rodillas».

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Imagen principal: Sasha Durán / CXC.

Aries M. Cañellas Cabrera

Licenciado en Filosofía e Historia. Profesor e investigador.

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