Los «pasos perdidos» de GAESA o el KM Cero de la reconstrucción nacional: caminos opuestos hacia la Patria
La Habana se mueve en dos direcciones opuestas. Mientras una élite empoderada transforma el Capitolio en escenario de opulencia con el Festival del Habano, la ciudad y el país sufren el colapso de sus servicios esenciales, el deterioro de su infraestructura y la desesperanza de sus habitantes. Frente a este contraste, emergen dos visiones irreconciliables sobre el futuro de Cuba: una dictadura autocrática de estilo asiático, con GAESA como su brazo económico, o la construcción de una nación basada en justicia, equidad y desarrollo sostenible desde el Kilómetro Cero del Capitolio.
GAESA y el festín de la vanidad
El control de GAESA sobre la economía cubana ha convertido a este conglomerado en el germen de un capitalismo oligárquico. La inauguración del lujoso Iberostar Selection La Habana (Torre K) y la fastuosidad del Festival del Habano en el Capitolio, exponen la desconexión de la élite gobernante con la realidad de la mayoría. La imagen de millonarios celebrando en los salones de un edificio construido por una dictadura pasada, es una metáfora cruel de la historia cíclica de Cuba, donde las mismas estructuras de poder se reciclan, con distintos discursos pero el mismo propósito: maximizar cash y privilegios.
El Palacio de la Revolución y el Capitolio del Habano son dos caras de una misma moneda: uno representa el control político y el otro el control económico. Ambos operan dentro de una dictadura parasitaria que se ha adaptado a las circunstancias globales para garantizar su supervivencia. Mientras China y Vietnam ofrecen modelos de dictaduras con crecimiento económico, la élite cubana pretende seguir esa senda, pero con una diferencia clave: en lugar de fomentar un desarrollo incluyente, monopoliza los beneficios para un reducido círculo de poder.
Esta realidad conduce a una pregunta clave: ¿qué hace que una élite pueda permitirse estos lujos mientras el pueblo vive en la miseria? La respuesta es el acceso a cash sin restricciones, facilitado por un modelo extractivista donde el capital fluye hacia los centros de poder y no hacia la población.
El Kilómetro Cero: reconstrucción y esperanza
En contraposición, el Kilómetro Cero del Capitolio simboliza el punto de partida para una reconstrucción nacional basada en la justicia, la equidad y la participación de todos los cubanos. Este relato alternativo reconoce tres pilares esenciales para el renacer de Cuba:
1. Infraestructura económica: Recuperar la visión integradora de la Carretera Central, una obra que unificó al país y lo dotó de conectividad.
2. Infraestructura institucional: Reivindicar la Constitución de 1940 como un marco de referencia para una democracia moderna y funcional.
3. Infraestructura digital y del conocimiento: Impulsar una revolución digital que permita la inclusión de todos los cubanos en la economía del siglo XXI.
Estos tres elementos necesitan un cuarto pilar: la voluntad colectiva de la sociedad cubana, dentro y fuera de la Isla, para asumir la reconstrucción con una visión pragmática y libre de dogmatismos. Desde el Kilómetro Cero no solo se miden distancias físicas, sino también las esperanzas y determinaciones de un pueblo que aspira a ser dueño de su destino.
Además, es vital recordar que tras la caída de Gerardo Machado, en 1933, el pueblo cubano espontáneamente eliminó símbolos asociados a ese gobierno pero preservó el Capitolio. Dicha acción no fue casual: representaba el anhelo de una institución republicana que sobreviviera a los regímenes de turno.
Hoy, el mismo edificio se ha convertido en escenario de eventos elitistas que traicionan su historia y significado originales. ¿Es ese el destino inevitable del patrimonio cubano? ¿Podemos resignarnos a que cada símbolo republicano sea cooptado para beneficio de unos pocos?
Dos caminos, una elección inevitable
La disyuntiva es clara: continuar con un modelo de dictadura autocrática y fachada de capitalismo de Estado, o abrir las puertas a un nuevo relato nacional. La primera opción garantiza la continuidad de una élite que se nutre de privilegios mientras el pueblo sobrevive en la miseria. La segunda opción apuesta por la construcción de una república inclusiva, con oportunidades para todos.
Versalles celebró su última fiesta el 13 de julio de 1789. La Habana de GAESA está en un punto de quiebre similar. El pueblo cubano tiene ante sí la posibilidad de cambiar el rumbo de su historia, pero para ello, necesita abrazar un relato que trascienda el determinismo de la miseria y apueste por la creación de un futuro digno. El Kilómetro Cero no es solo un punto geográfico: es el inicio de una nueva historia para Cuba.