Dogmas fracasados, intereses de clase y desastre económico
El gobierno cubano, dada la pérdida sistemática de su credibilidad ante la sociedad, necesita mostrar que «hace algo». Pero lo que hace, lo hace mal. No es topando precios como se combate la inflación, sino creando las condiciones adecuadas para que aumente la producción, y ello no se logra con consignas políticas.
La Constitución cubana de 2019, un texto joven y viejo
La Constitución de 2019 no tuvo tiempo para acomodarse en su butacón burocrático pues tuvo que demostrar, demasiado rápido, para lo que servía. Y lo demostró: al pueblo no le sirve para casi nada; en tanto al poder le sirve para dar forma de legalidad a la dominación política.
Cuba ni se rinde ni..., ¿se vende?
Al final del camino, todo lo vendible será vendido al extranjero. Soy viejo, pero, al paso que vamos, estoy convencido de que alcanzaré a verlo. Con un parlamento que encuentra bueno y aplaude cuanto provenga del gobierno, el éxito de la operación está garantizado.
El Estado cubano y el fin del «costo cero»
En las intervenciones del presidente, el primer ministro y el ministro de Economía ante la ANPP, se les notó descolocados y hasta amenazantes. Es evidente, aunque lo nieguen y pidan confianza y unidad con el Partido y la Revolución, que se percatan de que es el fin del «costo cero» para su clase política.
Dirigencia cubana: reciclando un modelo fracasado
El Comité Central del Partido Comunista, la Asamblea Nacional y el Gobierno, siguen pretendiendo que puede lograrse un mejoramiento de la economía sin eliminar el control que se mantiene sobre esta. Ese control es la principal restricción al despegue de las fuerzas productivas.
Contra la desmemoria. Pequeña y necesaria puntualización histórica
Lo ocurrido en Cuba en 2002 se puede considerar cualquier cosa, pero nunca un referendo: No fue secreto, sino a la vista de todos, y sin más opción que el sí. Nadie que opinara diferente de la oficialidad pudo defender en público sus criterios.
Lo esencial no es tan invisible a los ojos
Cuando el jugador de algún equipo comete constantes errores va a ser abucheado por todo el público, porque de él se espera un esfuerzo «con resultados» y no solo su mejor esfuerzo. Hace mucho que el gobierno ha perdido la capacidad de conectar hasta un oportuno toque de bola, y cuando eso sucede, hasta en la liga de beisbol más mala del mundo, lo que toca es el banco.