De cara al sol

Recorrer La Habana nocturna es similar a rasgar la dermis y hurgar en las entrañas de un cuerpo descompuesto. Una travesía en la que no es necesaria precisión quirúrgica para develar las imágenes de un país destruido en su estructura.

Nuestras calles evidencian un ambiente claramente hostil, mientras la cleptocracia gobernante se cubre con su antifaz socialista para salvaguardar un poder que acude, cada vez más enfáticamente, a la represión.

Con casi 1200 presos políticos en cárceles cubanas, según datos de Prisioners Defenders, y evidencias explícitas del uso arbitrario y anticonstitucional de la fuerza policial, ningún mecanismo de protesta parece seguro para cambiar nuestra situación, incluso aquellos refrendados en la Constitución de la República.

Mientras tanto, la noche habanera ampara en su soledad los males que nos aquejan. Caminamos por estos sitios como entes individuales de una sociedad desmoronada que no halla su integración.

Las luchas individuales y la crudeza de la existencia cotidiana nos enajenan de propósitos colectivos. Es demasiado alta la demanda de tiempo y esfuerzo que exige la supervivencia, pero ello no debe hacer que perdamos de vista la miseria de quienes sufren, más que nosotros, la cruda expresión de esta realidad.

Identificar objetivos comunes y agruparnos en torno a ellos, será la única forma de cambiar la nación para que no nos pongan, nunca más, en lo oscuro.

Sasha Durán

Fotógrafa

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